Crimen y castigo

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No se trata de la famosa obra de Fiodor Dostoiovsky, sino de las implicancias que existen tras las asonadas violentas que protagonizan las organizaciones sociales, aquí y en todo el país, la verdad, que no hay propiedad que aguante, cuando los vándalos aparecen, y la policía se muere de miedo, de que los acusen, de utilizar sus armas, y ocasionar muertes de activistas.
Esta situación, hace que se replanteen, las medidas para contener el delito, porque no solo se trata de exigir demandas sociales, sino de asumir responsabilidades, por las situaciones que se generen, cuando de la protesta, se pasa al vandalismo, y esto pasa, porque existen muchos sujetos, que tras los hechos, se lavan las manos, emulando a Pilatos, queriendo ser impunes.
El ataque a la propiedad privada, con objetos contundentes, incluso, contra quienes no están de acuerdo con sus ideas, confirma la regla, en respuesta, a sus acciones, los protestantes, señalan que lo hacen, como consecuencia de ser provocados, como si la calle, fuera de ellos, secuestrar a un individuo, y obligarlo a que marche junto con ellos, es una actitud de violencia.
En el tema de las demandas sociales, se pueden decir muchas cosas, pero dudamos que exista racionalidad en los actos de la protesta, lo peligroso, es que estos personajes se introduzcan a las universidades para lavarles el cerebro a los estudiantes, para que hagan suyas sus protestas, cuando todos sabemos que las corrientes de pensamiento no pueden ser incautadas
Cuando existe un paro, todos tiemblan, y los propietarios de las empresas privadas se encolerizan, porque saben, que no podrán generarse recursos, por el contrario, tendrán que ser solidarios ante la protesta popular, cerrando sus negocios, aunque se conviertan en morosos con ello, porque quienes realizan actividades comerciales también pagan préstamos.
Lo cierto es que una asonada popular, no es pacífica, aunque este sea el argumento de que algunos alardean, cada vez que anuncian una revuelta, porque jamás pueden controlar a la masa, que se disgrega, y afloran sus demonios, en ese camino aparecen los desadaptados, atacando con piedras los locales, rompiendo vidrios, y puertas, como si nada hubiera pasado.
Pero, como el que la hace la paga, a estos personajes, se les ha practicado un seguimiento a todos sus actos violentos, y se les ha abierto un proceso de instrucción, como se dice criollamente, se les ha «empapelado», porque nadie tiene el derecho de dañar la propiedad pública y privada, sin tener que dar cuenta al país, porque la justicia, siempre hace su trabajo.
Esta situación, hace, que hoy, los implicados en actos de esta naturaleza, pidan al gobierno, que les levanten las sanciones, y que la protesta no se criminalice; que tal desvergüenza, le tiran una pedrada a un transeúnte, y le vacían el ojo, y después, no quieren que le abran un atestado, lo peor de todo, creen, que Vizcarra, puede ordenar a la fiscalía o al poder judicial.

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