Luego de muchos años sin saber de él, el poeta Renato Pachas me escribió para obsequiarme una antología que tuvo el honor de trabajar en la hermosa tierra que lo acoge actualmente. Al volver a contactarlo, recordé con agrado la lectura de su poemario Desde el borde de la lengua (Editorial Apogeo, 2017), un libro en el que el poeta se presenta como poseído por un demonio personalísimo y vidente, que en su momento reseñé.
El libro antológico del que fue editor, seleccionador y prologuista se titula Anta Huaylla. Muestra reciente de poesía andahuaylina (Chanca Editorial, 2024) y llegó a mis manos gracias a la joven poeta Glidiana Marilyn Palomino Villafuerte, con quien compartí una entretenida conversación sobre libros y escritores la tarde del último fin de semana. Incluso leímos nuestros poemas para conocernos mejor, pues, como suelo afirmar, conozco mejor a los escritores a través de sus escritos.
Esa antología, en la que tanto ella como Renato Pachas participan, es una colección de nueve voces que, como señala el presentador del libro, recoge el contexto contemporáneo “marcado por la herencia cultural, los traumas históricos y la poesía como un canto épico y profundo que se resiste a la muerte”. En efecto, toda literatura es una lucha contra el olvido que seremos, contra el tiempo corrosivo, contra las batallas sin tregua y contra el desenlace trágico que, a veces, tiene la existencia humana.
Los otros siete participantes son poetas jóvenes y no tan jóvenes como Yaneth Flor Arévalo Barboza, Saúl J. Damiano Lima, Hilary Gutiérrez, Kevin Herreson Mallma Huamaní, J. Estiven Medina Ortiz, Wilfredo Siancas Moreano y Lucianni Taipe. Este conjunto de poemas, creado por amantes de la poesía, recoge las preocupaciones actuales de los hacedores de literatura de Andahuaylas, la hermosa tierra de José María Arguedas.
Desde poemas en quechua y tributos al “Amauta” José María Arguedas hasta cantos que exaltan la lucha de los pueblos, esta obra explora también la poesía urbano-andina de los tiempos posmodernos y los sentimientos más sublimes e íntimos. Esta entrega es una revelación de las preocupaciones que perciben los actuales versistas de esos parajes con hermosa arquitectura colonial y exóticos sitios arqueológicos.
Desde el mismo título, Anta Huaylla, que significa “pradera de los celajes”, “pradera de los celajes color cobre” o “pradera de los cielos”, el libro establece un vínculo entre lo más tangible y lo más intangible en la esfera de los poetas. Estos se interesan por la realidad nacional, los héroes de la interculturalidad, el canto al amor, los derroteros de las urbes y las ciudades altoandinas en el siglo XXI, el lenguaje vernacular y el lenguaje culto, entre otras aristas de un poliedro en forma de diamante.
Comenzaré con los poetas que tengo el agrado de conocer. El escritor, docente, investigador y promotor cultural, Renato Pachas, un destacado versista, dice en su poema “Inocencia”: “Mi inocencia se la llevó una mujer mayor que yo/ Ella tenía 27 años y yo recién había cumplido los 15/ Ella había recorrido el mundo/ y usaba una blusa transparente y dos tacones/ más altos que mi edad”.
Y la economista, activista social y gestora cultural, aparte de poeta, Glidiana Marilyn Palomino Villafuerte, dice en unos versos de su poema “Ojos color destino”: “uno siempre gana, incluso en lo que se ha perdido/ Usted y yo sabemos que hay causas/ más elevadas que llorar amores perdidos”. O en su poema “Estrellas que brillan en su cielo” versa así: “Los prefieren serviles,/ ciegos a la realidad,/ para que no pregunten,/ para que no se enfrenten.// ¡Cuándo su silencio hablará!”.
Sin embargo, la selección arranca con los poemas en quechua chanca de Yaneth Arévalo Barboza, quien se luce del conocimiento del idioma vernacular en cinco poemas. Luego continúa con los poemas de Saúl Damiano Lima, cuyas temáticas oscilan en la poesía amorosa, en la soledad del amante contrariado, en lo existencial y en lo romántico. Unos versos rescatables son, por ejemplo: “Mi hueso es hierro ardiente, que funde mi garganta:/ no puedo gritar. / Y me derrito!/ No sabes cómo”.
Los poemas de la poeta y actriz Hilary Gutiérrez son versos en prosas, en cuyos cinco títulos reflexiona sobre el tiempo perdido por un amor lejano, el egoísmo en el amor, un lugar ajeno ante la ausencia del amado, la reconstrucción de una existencia hecha “pedazos” y la ceguera del amante ante el amado. Los poemas de Kevin Mallma son de un experimentalismo interesante, ya que combina poemas con versos en prosa y versos libres. Unos versos interesantes dicen así: “Mis días son fugaces/ Mi existencia misma lo es/ Tengo muy efímero el pasado y el miedo a morir acrecienta mis días”.
Uno de los poetas más interesantes de esta antología es, por supuesto, Estiven Medina Ortiz. En sus dos poemas de largo aliento, como acostumbran en algunos casos los poetas de Hora Zero o Kloaka, reflexiona sobre la poesía o la vida como entes trascendentales. Uno de sus versos dice así: “yo he abandonado la poesía y nunca fui más feliz/ abracé la ciencia radicalmente empírica mi dios es un árbol”. Y otro de sus versos dice: “Lo real es menos de lo que debería ser, / Por eso sueñas/ Cosas horrendas y graciosas”.
Lo destacado del poeta Wilfredo Siancas Moreano es que entre sus poemas hace gala del conocimiento de la poesía en quechua chanca y la poesía culta. Uno de sus versos destacados dice así: “Tal vez mañana el espejo/ ya no desee retratarnos, / entonces será señal inequívoca/ que ya no estamos lozanos”. Además, le dedica un poema en homenaje al “Amauta” José María Arguedas. Para cerrar de forma especial, la poeta Lucianni Taipe le canta también a José María Arguedas. Además, le canta a “La señora Gómez” y a sus preocupaciones más personales y existenciales. Por ello, para los interesados en la poesía joven del interior del país, este libro es imprescindible.
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Francois Villanueva Paravicino
Escritor, corrector de estilo, columnista y amante de los libros. Estudió Literatura y cursó la maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Autor de Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019), Sacrificios bajo la luna (2022), Los placeres del silencio (2023) y Operación Catástrofe (2024). Ha sido distinguido en diferentes certámenes literarios, tanto nacionales como internacionales.