En un mes o más; Andahuaylas se convertirá en la ciudad más alegre del mundo. Así pasa cuando se celebra el «Pukllay» (juguemos); el carnaval originario del Perú; creado por Isaac Vivanco Tarco un día de inspiración; como sucede con los vates; literatos; amantes de la pluma y la música, que concatenan para tener feliz al espíritu; en un estado de gracia, para crear y construir arte y cultura.
Andahuaylas es un pueblo afectivo, visto desde dentro; desde sus entrañas; la gente del campo te saluda aún sin conocerte; nos sucedió, cuando recién pisamos tierra chanka; y paseábamos por Hualalachi; lugar agraciado y mítico, donde los lugareños fabulan con historias extraídas de los cuentos andinos, en su convite de que un sorbo de sus aguas nos hará sentir propios en este suelo.
Uno se siente feliz como un pajarillo; cuando una mujer campesina nos sirve una plato de comida en el mercado de abastos de Talavera; donde la gente se siente libre; lejos de las prisiones de las urbes cotidianas; un bocado de tecte; trigo, quinua; despierta a los lugareños en un desayuno sostenido, que acompañan con un caldo; aunque los limeños disfrutemos un plato de menestras.
El andahuaylino se siente feliz cuando escucha acordes de guitarras, arpas; violines; instrumentos de vientos como quenas o flautas, que acompañan las voces querendonas y algunas veces lastimeras de los cantores que gustan del contrapunteo inspirador a la usanza de los rancheros cuando tratan de competir por una bella mujer, con sus pretendientes, en un ambiente costeante.
«Pukllay» (juguemos) se escuchará una y otra vez, dentro de unos días, cuando comience las fiestas y las delegaciones del interior de la provincia y de la región, expresen su felicidad al ritmo de sus danzas; las mujeres, ataviadas de polleras, cada vez más deslumbrantes; con cadenciosos movimientos, y los varones enseñoreados con ponchos y sombreros; danzando con gran donaire.
Pronto, no se escuchará más que huaynos, y las serpentinas y chisguetes, se invitarán a la fiesta y con versos y perfumes, irradiarán afectos; los pueblos andinos mostrarán su carnaval castizo; desde el interior de sus dominios, y sus artistas mostrarán atuendos y máscaras, con magia y enamoramiento; dicen que los carnavales no solo es fantasía, sino incremento de lazos familiares.
Andahuaylas no descansa nunca, porque cada uno de sus hijos, tiene claro el mensaje; que la felicidad se construye con amor a sus íconos; la madre tierra; los astros; sus celajes; sus raíces y la familia; esto no distrae su fe en Dios, creador de todo lo que existe, la fiesta prosigue porque comenzó con las fiestas patronales en honor al Niño Jesús, con sus alferados y personajes míticos.
Preparen la chicha de jora; la caña y el vino, porque la celebración del «Pukllay»; nos invitará a jugar, quizá no con agua; convertida en oro por su escasez; (ni globos), sino con burbujas; talco y perfume; todos participarán de ella; porque servirá de catarsis contra las desgracias humanas; los negocios y empresas, testimoniarán su afecto; la música es un real antídoto para purificar el alma.