Al leer el recuento literario de los libros más destacados del 2020 en nuestro país, escrito por el renombrado crítico literario Ricardo González Vigil para la revista Caretas, me di con la sorpresa de que Efer Soto, amigo mío y editor de Editorial Apogeo, aparecía en aquella grandiosa lista por su última publicación Belleza y miseria (Torre de papel ediciones, 2020), una novela lograda y que, ahora sustentaré, me parece una de las mejores obras publicadas del autor y que, por ello, mereció un apoyo de los estímulos económicos del Ministerio de Cultura para su publicación.

Luego de leerla de un tirón, por la fluidez de su estilo, las frases logradas y la destreza en el registro narrativo del narrador omnisciente, uno entiende que Efer Soto ha recreado una historia familiar de tres generaciones sanguíneas; que recuerda a la línea temática trazada, por ejemplo, por Los Buddenbrook de Thomas Mann, o, sin ir muy lejos, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez.

Sin embargo, la originalidad y la pericia del autor radica en ambientar esta historia familiar en los Andes del país; es decir, en Andaymarca, distrito de Tayacaja, en Huancavelica. Además, se contextualiza al inicio de la novela mucho antes del comienzo de la violencia política en el país, donde todavía persiste el “fantasma” de los hacendados violentos y donde los hombres del campo viven en condiciones muy precarias.

La trama novelesca se apertura con la coincidencia casual de Federico y Valentina, cuando él compraba los primeros zapatos que usaría para su viaje, poco después, a la capital. Hay algo que marca en la bella y huérfana de padre, al ver a aquel muchacho imponente e interesante, que, tiempo después, cuando aquel regresa de Lima por una temporada, le hace reconocerlo y sentir una gran atracción.

Y lo que atiza el primer capítulo de esta nouvelle, es el amor que se enciende cuando ambos conversan y se conocen mejor. No obstante, aquel idilio se ve amenazado por la falta de aceptación de los padres de Federico, quienes ven con malos ojos que su primogénito (que viajó a Lima para emprender una mejor vida) se enamore de una muchacha de su pueblo “que no sabe leer” (valga la paráfrasis).

Por ello, los primeros capítulos serán atizados por la confrontación de los padres en contra del matrimonio de Federico con Valentina, con amenazas de desheredarlo, no participar en la ceremonia de pedida de mano para la unión, tratar de enviarlo de vuelta a Lima (donde aquel muchacho trabajaba explotado y que, en comparación con ella, su tierra es un paraíso), y un sinfín de pretextos con el fin de rechazar aquella unión.

Hasta allí son dos generaciones familiares (también se refiere con ciertas pinceladas al destino existencial de los padres de Federico y de Valentina); sin embargo, la tercera generación se desarrollará en los hijos de Federico y Valentina, quienes, junto con sus padres, sufrirán peripecias, problemas y crisis que crearán tensión y fuerza dramática en la trama novelesca. Basta saber que Pablo, el hijo de ambos, afrontará la misma contrariedad que sus padres sufrieron, cuando quisieron (al ser jóvenes) casarse, pues, en esta nueva situación, Federico y Valentina rechazan al amor idílico de su hijo Pablo.

Como todas las novelas que abordan la decadencia familiar, esta novela termina su cauce narrativo cuando los patriarcas familiares (o sus representaciones simbólicas; es decir, los protagonistas centrales) sucumben a las dificultades, los aprietos, los conflictos, las crisis; lo que, de algún modo, nos revela una cosmovisión de la vida de tinte escéptico, pesimista, oscuro, como los maestros del género.

El broche de oro de esta historia se contextualiza con la llegada de la violencia política a dicho lugar, que empieza a desterrar, violentar y asesinar a los pobladores de la zona; lo que encumbra la tensión en el desenlace de la novela y crea una atmósfera de intensidad, que hará que el lector disfrute las páginas finales. Por eso, junto a La maldición de Odón y El joven que sabía todo sobre el amor, creo que este libro es uno de los mejores de su autor.

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Francois Villanueva Paravicino

Escritor (1989). Cursó la Maestría en Escritura Creativa de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Estudió Literatura en la UNMSM. Autor de Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019). Textos suyos aparecen en páginas virtuales, antologías, revistas, diarios y/o, de su propio país como de países extranjeros. Mención especial del Primer Concurso de Poesía (2022) y de Relatos (2021) “Las cenizas de Welles” de España. Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España. También, ha sido distinguido en otros certámenes literarios.

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