Por: Carlos Iván Landa Kerschbaumer

En un callejón sin salida se ha convertido la relación entre los dos más importantes poderes del estado (ejecutivo-congreso) en nuestro país, desde que se reinstaló la democracia, después de haber pasado por dictaduras militares y civiles, los escándalos de corrupción no cesan en el país, más allá de los casos de Odebrecht y Cuellos Blancos, otras modalidades criminales se estacionan.

En las últimas horas nuevas situaciones marcan la agenda política, dos demandas constitucionales y una censura por supuesta sedición y complot contra la presidenta del congreso Maricarmen Alva de parte de una congresista de Perú Libre y otra de Perú Democrático (PD) y moción de censura contra la titular del congreso por un congresista de PD demuestra la gran crispación que existe.

El fuego cruzado está más presente que nunca con estas acciones de encono que generan nuevos enfrentamientos y que colisionan contra la paz social y la gobernabilidad del país, el meollo del asunto se encuentra en el disgusto del jefe de la PCM, Aníbal Torres Vásquez quien está furioso por volver a hablarse de vacancia contra el presidente de la república José Pedro Castillo Terrones.

El contexto no puede ser más inédito, haber recibido un grupo de congresistas y políticos un taller sobre administración de la crisis y la ingobernabilidad, quienes participan en las comisiones de constitución, fiscalización, etc., tienen que estar preparados en temas como la vacancia. La calma hubiera vuelto si designaban en el gabinete a independientes destacados, fue la fallida propuesta.

La mala selección de ministros incorporados en cuatro gabinetes, tres de ellos fracasados, por efectos de contar con personajes impresentables incursos en delitos de terrorismo, narcotráfico, y violencia familiar, hizo que se generaran crisis políticas permanentes, siendo retirados por presión política y social, lo que demuestra la intransigencia del gobierno por la vigencia de la mediocridad.

Si a esto se le incluye a colaboradores intermedios en los puestos más importantes del estado, como direcciones, asesorías y otros, sin aplicación de la meritocracia, incluso en algunos casos sin contar con estudios superiores ni cumplir requisitos por su falta de perfil, demuestra que más allá de la improvisación y la elección de funcionarios públicos se encuentran los intereses personales.

La actualidad demuestra que existen indicios de organizaciones criminales instaladas en el aparato del estado, con personajes corruptos que vienen siendo investigados por el Ministerio Público a excepción del presidente de la república al que se le ha abierto una investigación detenida por la Fiscal de la Nación, hasta el cese de sus funciones, pero otros sujetos vienen siendo procesados.

Ya no están los Fujimori, Humala, Toledo PPK, Vizcarra ni García en el poder, jueces y fiscales corruptos fueron sancionados por su pésima administración de justicia y tráfico de influencias, y a otros les espera la cárcel mediante las extradiciones en curso, empero el gobierno de Pedro Castillo y adeptos a quienes muchos creían, hacen trizas del país envueltos en grave corrupción.

Si en el pasado se hablaba de terrorismo de estado, cuando se quería culpar a los gobernantes de crímenes de lesa humanidad, durante la época perversa de la insania subversiva, con muerte de jóvenes y maestros, en lucha contra Sendero, donde comandos militares equivocaron los blancos, la corrupción aparece hoy como nueva modalidad de las organizaciones criminales en este país.

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