A través de su trabajo de investigación, proyecta desarrollar viviendas sociales sismorresistentes y amigables con el medio ambiente en el Perú
A Manuel Aspilcueta Asencios la COVID-19 lo atacó en marzo del 2020, cuando iniciaba la cuarentena en Perú y no había vacuna que pudiera contrarrestar aquel virus. El joven talento pudo sobreponerse, pero algunos amigos y familiares, afectados también por el virus, no lo lograron. Esa triste experiencia lo alentó a no seguir postergando su gran sueño: estudiar un posgrado en el extranjero. Después de dos años, lo logró. No solo consiguió la carta de aceptación de cuatro universidades de Estados Unidos (EE. UU), sino también ganó el concurso Beca Generación del Bicentenario del Programa Nacional de Becas y Crédito Educativo (Pronabec) del Ministerio de Educación, ocupando el primer lugar en estudios de maestrías.
“Luego de superar el contagio, me puse a pensar que Dios tenía una misión para mí”, cuenta Manuel, quien recibe con humildad la noticia sobre su primer puesto con un puntaje sobresaliente de 113. “No pensé sacar una puntuación tan alta. Hubo varios factores que me favorecieron, como mi perfil académico, la tesis del pregrado y el financiamiento parcial que obtuve de otras becas para estudiar el programa que elegí”, dice.
Con casi el 35 % de los gastos costeados por el Pronabec, seguirá el Máster en Ciencias en Ingeniería Civil en la Purdue University West Lafayette en EE. UU. “Postulé a otras tres universidades: Texas at Austin, Ohio y Georgia Tech, pero me decidí por Purdue. A todas ingresé en el primer intento”, señala con orgullo desde la ciudad Nueva York, a donde llegó para capacitarse en un programa de inglés intensivo antes de iniciar sus clases. El porcentaje restante del costo de su especialización será asumido por Fulbright y Purdue.
El egresado de la carrera de Ingeniería Civil de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) comenta que como parte de su máster desarrollará una investigación sobre el uso de plásticos en la construcción de edificios y pavimentos a fin de reducir el impacto del cambio climático. “Quiero emplear estos plásticos como agregados de construcción y mejorar las propiedades del concreto. Busco contribuir al desarrollo de viviendas sociales que cuenten con una estructura sismorresistente y sean amigables con el medio ambiente”, dice el becario quien se considera chalaco, aunque no nació en la ciudad portuaria. No es para menos, vivió y se crio allí junto a sus cuatro hermanos.
PASIÓN POR LOS NÚMEROS
Su papá Uriel, quien también estudió en la UNI, descubrió la verdadera vocación de Manuel. Notó que su hijo, desde pequeño, mostraba interés por los dibujos, los números y la construcción. “Estaba indeciso. No sabía si elegir Arquitectura o Ingeniería Civil. Tuve una conversación con mi papá. Le comenté que me sorprendía ver cómo algo dibujado en un papel se convertía en realidad. Era hermoso para mí. Sin pensarlo, él me dijo: ‘lo tuyo es la Ingeniería Civil. Esa fue mi guía’”, recuerda.
Manu, como le dicen de cariño, ya destacaba desde el colegio por sus buenas calificaciones. En su casa aún conservan algunos de sus diplomas de cartón y medallas. En tercero de secundaria, con tan solo 13 años, inició su preparación para ingresar a la UNI en paralelo con sus clases del colegio. Tras tres años de esfuerzo, empeño y dedicación, logró la ansiada vacante en su primer intento, para orgullo de su familia. “Mi papá me ayudó mucho. Él me enseñó y orientó para aprobar con éxito el examen de admisión”, añade el hijo de un arequipeño y una barranquina.
En las aulas universitarias también destacó por su alto rendimiento académico. Se graduó ocupando el segundo lugar de toda su promoción. Incluso tuvo la oportunidad de viajar a Colombia para participar en un congreso de investigación. Además, como parte de su trabajo en gestión pública, fue designado por la institución donde laboraba para volar rumbo a China y Chile, donde intercambió experiencias con profesionales de su carrera.
Ya en territorio americano, el joven talento ahora espera con muchas expectativas el inicio de su máster. En su retorno, busca aplicar su investigación en el Perú e incursionar en la docencia, como su mamá Guadalupe, quien es maestra de primaria, o su papá Uriel, quien estudió Ingeniería Eléctrica, pero se desempeña como profesor. Otro de sus objetivos es crear un startup con un enfoque basado en economía circular.
A los jóvenes que, como él, anhelan seguir una maestría o un doctorado en una universidad top del extranjero, les aconseja: “Jamás desistan su sueño de seguir estudiando. Conozco a muchos compañeros con gran potencial que aún no salen de su zona de confort. La zona de confort es un hermoso lugar, pero nada crece allí. Hay que intentarlo, y más en estos tiempos de pandemia”, comenta el chalaco, amante de la vida sana y los deportes. Aunque todavía falta para su regreso, su familia ya tiene planeado recibirlo con un suculento cebiche al estilo norteño y una malaya dorada, sus platos favoritos. El Perú lo espera.