Marco Cárdenas estuvo en Ayacucho unos días para participar en la Feria Internacional del Libro de Ayacucho (FILAY), que concluyó la semana pasada. Fue una grandiosa oportunidad para acercar al público lector y a los amantes de las letras con escritores, editores y libreros que ofrecieron lo mejor de sí para enriquecer la oferta literaria.
Como mencioné, el escritor ayacuchano regresó a su tierra para presentar oficialmente su última novela, Donde hablan los muertos (Editorial Altazor, 2024), que tanto él como sus fieles lectores recibieron con gran entusiasmo. Según me contó el propio Marco, esta novela había estado guardada durante años, y él la fue puliendo, editando, suprimiendo, agregando y dejándola en su forma final hasta que fue publicada.
Al inicio de la novela, como una advertencia liminar, el autor menciona que los hechos están inspirados en la vida de su padre, Mario Cárdenas. Esto se evidencia en la lectura, pues el protagonista central también se llama Mario. Así, el autor evita crear un alter ego de su progenitor, posiblemente buscando darle mayor verosimilitud a la historia. Además, en la nota inicial se menciona que los demás personajes son representaciones fieles de personas reales.
En cuanto a la forma, he notado que la novela sigue una lógica narrativa particular en el uso de comillas en los diálogos. Al principio pensé que podrían ser errores ortotipográficos, pero, al repetirse consistentemente, creo que es una propuesta formal del autor, similar a lo que hicieron autores como José Saramago o Jon Fosse en algunos aspectos técnicos de sus obras.
La novela, desde esta perspectiva técnica y narrativa, es ágil y contundente, sin perder el ritmo. El autor demuestra ser un narrador hábil, capaz de atrapar al lector, sumergirlo en el mundo que representa y emocionarlo. En cada capítulo, como decía el buen Julio Cortázar, esta novela “gana por puntos”, acumulando méritos a lo largo de la trama.
Pasemos ahora al contenido. Donde hablan los muertos está ambientada a inicios del siglo XX en Ayacucho, en una sociedad conservadora y profundamente religiosa. Sin embargo, en las narraciones se revelan los abusos sexuales que algunos hacendados o terratenientes cometían contra campesinas o empleadas que acogían. A pesar de esto, el tono del narrador es pícaro, burlón, casi provocador.
La novela presenta dos narradores: uno que, en la época de la violencia política, relata sus tragedias y pesares ya en la vejez, y otro, joven, que cuenta sus aventuras, pasiones y bajezas durante el Oncenio de Leguía y sus postrimerías. Un narrador asolado por un mundo casi apocalíptico de guerra y vejez, y el otro, un joven que vive su vida y sexualidad con la libertad que le otorga su posición en una familia acomodada.
Las anécdotas que el joven Mario vive con sus amigos son, a veces, de alto tono erótico. Aunque algunos académicos y teóricos podrían ver en ellas situaciones de abuso sexual y discriminación racial y socioeconómica, la historia parece reflejar cómo en ese entonces estos hechos eran aceptados por la sociedad tanto alta como baja. Esto recuerda a la Edad Media, que también fue descrita como un tiempo de pecadores y sacrílegos; basta leer El Decamerón de Boccaccio, obra citada en la novela.
Sin embargo, como dice el refrán, “el amor cambia a las personas”. Así, el joven Mario, de buena familia, se enamora perdidamente de la bella Florinda, una joven de alcurnia a quien quiere desposar para finalmente disfrutar de su ansiada luna de miel. La novela gira en gran medida en torno a este hilo conductor, aunque el final nos depara varias sorpresas.
La novela también denuncia la discriminación social y económica, las desigualdades, la pobreza extrema, la llegada del alumbrado público y las pavimentaciones de las principales vías de Ayacucho, el terror de la violencia política, la aversión hacia ciertos presidentes del Perú, la lectura de algunos filósofos, la decadencia de las grandes familias tras la Reforma Agraria y la conciencia social en la época del terrorismo de los ochenta, entre otros temas. En suma, Marco Cárdenas ha escrito un libro ameno y recomendable.
======================
Francois Villanueva Paravicino
Escritor. Estudió Literatura y la maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Autor de Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019), Sacrificios bajo la luna (2022), Los placeres del silencio (2023), Operación Catástrofe (2024). Finalista en Poesía del Concurso Nacional de Cuento y Poesía “Huauco de Oro” (2024). Mención de honor del Premio Nacional de Relato Corto (2023) “Feria de Libro de Amazonas”. Mención especial del Primer Concurso de Poesía (2022) y de Relato (2021) “Las cenizas de Welles” de España. Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España.