Carlos Iván Landa Kerschbaumer
La política es la ciencia del engaño, eso lo saben todos, pese a ello, los ciudadanos se ilusionan cada vez que un candidato les promete el cielo y las estrellas y creen que hasta pueden bajar a la tierra, es por esto, que cada vez que un mandatario se pone al frente, cada 28 de julio, para darles anuncios, asumen que la diosa fortuna les sonreirá y recibirán regalos como si fuera una navidad.
“Salvo el poder, todo es ilusión”, manifestó Lenin, quizá para demostrar que lo conseguido era lo importante y todo lo demás no podría garantizarse, como fue con la revolución rusa que terminó siendo un fracaso, sabiendo esto, es irónico que se exijan promesas que no pueden cumplirse, pero fiel a su estilo, los críticos piensan que los anuncios políticos deben cubrir las expectativas.
La vieja estrategia de decir y no hacer, de anunciar y no cumplir, se repite como un eco en cada ocasión por nuestros gobernantes, sumándose los opositores que critican, a espera de su turno donde harán lo propio, pues las opiniones son prestaditas y dan la vuelta, la respuestas están en las urnas, donde los ciudadanos de a pie muestran su malestar aunque siguen cometiendo errores.
Las fuentes de financiamiento en los temas de salud, educación, agricultura, minería y otros, prefieren asumirse a nivel de ministerios, pese a lo pomposo del mensaje presidencial de Dina Boluarte, para algunos políticos que salieron a los medios, fue hueco y vapuleado, aprovechando para darle látigo al gobierno con cierta severidad ante falta de solidez y las reiteradas omisiones.
En tanto, en el tema doméstico, el mercado, donde adquirimos productos sigue estando en la cresta de la ola, “hoy compro arroz, mañana avena, otro día menestras, trigo o quinua” ¿y el pollo y la carne? “ni hablar, está muy caro” así razona la clase popular porque sus recursos no alcanzan. En modo macro, los únicos que no tienen problemas para adquirir productos son los empresarios.
Pese a dicha percepción, ¿por falta de ideas o qué? al gobierno no le interesa que los ciudadanos alcancen seguridad adquisitiva, tema que parece ser posible, pero la realidad, es una carga pesada para ellos, prueba de esto es la oferta, con precios por las nubes, el gobierno debería asumir su rol regulador, asistiéndolos con campañas populares, “de la chacra a la olla”, que son necesarias.
De fábula, resulta para los peruanos, transitar en un mundo irreal que pasa de la perorata a la ilusión en cada proceso electoral, con reiteradas promesas de bienestar y confort, a uno real de demandas incumplidas, por quienes llegan al poder en su loca carrera de generarse clientelaje político y enriquecerse, la reacción se ve en violentas manifestaciones azuzadas por extremistas.
Sin duendes ni personajes quiméricos, sin cuentos ni relatos, la actualidad no puede ser más magra y complicada: falta de empleo, bajos recursos en las familias, creciente informalidad, alza del costo de las viviendas y de servicios , lo cual podría solucionarse con un prorrateo social, que busque distribución de la riqueza con equidad pero sabemos que sería una quimera solo pensarlo.