La importancia de José María Arguedas es tal que hasta el premio Nobel de literatura francés Jean-Marie Gustave Le Clézio lo recordó en su discurso estelar en la Academia Sueca y, también, nuestro Nobel Mario Vargas Llosa, aparte de dedicarle todo un libro completo de ensayos sobre su vida y obra (La utopía arcaica), lo citó (“Todas las sangres”) en aquel recinto para referirse a la compleja identidad de los peruanos y a la riqueza cultural del Perú.

Además, luego de cincuenta años de la entrega del Nobel a Pablo Neruda, se sabe que para la edición de 1971, junto al autor de Residencia en la tierra (1933) fueron postulados escritores como José María Arguedas, Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Heinrich Böll, Elías Canetti, Günter Grass, Graham Greene, Eugéne Ionesco y André Malraux. Por ello, conocer la literatura del autor de “Diamantes y pedernales” es conocer una parte de la historia de nuestro país.

Se sabe que José María Arguedas leyó de un tirón Tungsteno de César Vallejo y que aprendió de Los miserables de Víctor Hugo en el colegio. Al leer a Ventura García Calderón y a Enrique López Albújar, estuvo dispuesto como escritor a superar el falso indianismo exótico y sentimental, paternalista y pintoresco, con la que se trataba literariamente al indio peruano cuando él era muy joven.

Debido a los maltratos que sufrió de niño por parte de su madrastra y de sus hermanastros (de los cuales el mayor le provocó fuertes traumas), creció abrigado por el amor desinteresado de los indígenas. Sus primeros cuentos, como “Agua”, le parecieron disfrazados como los que quería evitar en la literatura. Sin embargo, desde ya se reconoce en su literatura la comprensión de los valores de la comunidad india y la identificación de sus creencias. Además, ya presenta dos mundos opuestos (el de los españoles y el de los indios).

La principal preocupación de José María Arguedas en la literatura que deseaba practicar siempre fue cómo expresar la mente de los indígenas quechuas a través del español; es decir, en aquello que lo llevaría a quechuanizar el español y españolizar el quechua; algo que el notable crítico literario latinoamericano Ángel Rama llamaría “literatura transcultural”.

En Yawar fiesta (1941) narra sobre la fiesta sangrienta donde se enfrenta lo indio (el cóndor) con lo español (el toro Misitu), donde este último queda vencido. Las autoridades castizas se oponen a la fiesta, pero los indios están a favor de ella (por el amor y respeto a los saberes tradicionales). En ese sentido, Arguedas trata de expresar la atracción y la repulsa de las dos razas. “El mundo es más complejo y ambiguo en el Perú moderno”, afirma.

En Los ríos profundos (1958), José María Arguedas coloca a su protagonista central Ernesto en medio de la violencia, la sexualidad reprimida y la atmósfera de culpa, donde solo queda los recuerdos de la vida india: sus valores, sus creencias, su visión mágica de la naturaleza, representada en el zumbayllu. Existe una fuerte conciencia del bien y del mal; y el respectivo cuestionamiento de la armonía de Dios.

El Sexto (1961) es la novela sensacionalista de Arguedas. Hay mayor simbología, crueldad, violencia, maldad y explotación entre los protagonistas, de los cuales se destaca el enfrentamiento entre apristas contra comunistas. Es una novela política, ambientada en aquella cárcel, infernal y ya clausurada, del mismo nombre de la novela.

En Todas las sangres (1964), se relata la destrucción de un universo y solo las primeras instancias de la construcción de otro cosmos, según Antonio Cornejo Polar. Existen 3 focos de conflictos principales. Es un gran mural, cuyo acierto estriba en la lucha de las fuerzas por imponerse y sobrevivir. Es una novela compleja y rica, además de efervescente. Sin embargo, se han descubierto ciertos desaciertos técnicos, como el abuso de diálogos, el afán de explicar lo que tienen los personajes, la supeditación de las acciones de tesis y la intromisión del narrador, que son deslices y descuidos de un novelista de poca experiencia. Existe un anti-Consorcio, como en Manuel Scorza o, por ejemplo, Miguel Ángel Asturias. También se postula una lucha entre “alma” y “ambición”. Esta novela le produjo más pesares que alegrías a José María Arguedas.

El zorro de arriba y abajo (póstuma) es una novela no de victoria, sino de resistencia contra la contaminación moral. También es una narrativa de crisis existencial y está incompleta, pues fue interrumpida por el suicidio del autor. Busca reivindicar la cultura indígena y denunciar el imperialismo económico de las grandes compañías internacionales (que son los dueños de las empresas pesqueras, y de las cantinas y los burdeles del puerto en las costas de Chimbote, donde trabajan y se divierten respectivamente los indios bajados de la sierra).

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Francois Villanueva Paravicino

Escritor (1989). Egresado de la Maestría en Escritura Creativa por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Estudió Literatura en la UNMSM. Ha publicado Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019) y Azares dirigidos (2020). Textos suyos aparecen en páginas virtuales, antologías, revistas, diarios y/o, de su propio país como de países extranjeros. Mención especial del Primer Concurso de Relatos “Las cenizas de Welles” (2021) de España. Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España. También, ha sido distinguido en otros certámenes literarios.

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