El funcionario que debía investigar lo que sucedió en Aymaraes, la tierra de dina Boluarte, ni siquiera ha recogido el testimonio de las presuntas víctimas. “Es que no he podido hallarlas”, dice
La Fiscalía de Patricia Benavides no tiene el más mínimo interés en averiguar qué pasó en Aymaraes, la tierra de Dina Boluarte. Alli, el pasado 9 de febrero una jornada de protestas terminó con un fallecido y cuatro personas gravemente heridas de bala.
Varios de los testigos entrevistados para este reportaje narran una escena brutal: un destacamento de la Policía los habría acribillado a balazos dentro de los camiones en los que volvían a casa. El fiscal de Derechos Humanos ni siquiera ha recogido el testimonio de las víctimas. Dice que no sabe dónde encontrarlos.
Eran alrededor de las 9 de la mañana del 9 de febrero cuando un centenar de huancabambinos se pusieron rumbo a Aymaraes, querían sumarse a las protestas en contra del gobierno de Boluarte. “El plan era ir hacia la ciudad de Chalhuanca, en Ayamaraes, la tierra natal de la presidenta Boluarte, para llamar la atención”, cuenta Yovana Orosco Huamaní, una mujer le 29 años y madre de dos hijos. Denilson Huaraca, de 22 años, se sumó a la marcha. “”Mi hermano no solía participar en manifestaciones, pero esa vez acudió en representación de mis padres”, cuenta Marcelino Huaraca, su hermano mayor.
“Los huancabambinos son conocidos como el ala roja en los paros de Andahuaylas. Ellos son bastante aguerridos”, dice Guy Arias, gerente de la radio local “Tintaka”, cuando la comitiva llegó a Chalhuanca, Denilson Huaraca, estudiante de mecánica automotriz, les envió un mensaje a sus padres. Les contó que estaba participando de las manifestaciones y que no había altercados.
Uno de los que lo acompañaba era Damián Sivipáucar un vecino agricultor, casado y padre de dos hijos.
A eso de las 2 de la tarde, al frio intenso se sumó una lluvia torrencial en la zona que obligó a los manifestantes a replegarse. “Decidimos regresar a nuestra comunidad”, dice Sivipáucar Algunos comuneros buscaron camiones que estuvieran haciendo la ruta hacia Huancabamba para volver a la comunidad. Pablo Lazo Mariño, camionero y paisano, se cruzó con ellos en la carretera.
“Me pidieron que los lleve de regreso, me ofrecieron diez soles y se subieron al camión”, cuenta Lazo. Dice que eran unas diez personas, entre ellas Yovana Orosco y Víctor Rojas, un ganadero de 34 años.
A otro camión de color azul se subieron otros 30 manifestantes. En este vehículo viajaban Denilson Huaraca y Damián Sivipáucar Al final, los manifestantes se repartieron en diez camiones que pararon al paso y que reemprendían la marcha en cuanto estaban llenos. Sólo los dos últimos vehículos regresaron a Huancabamba al mismo tiempo.
A partir de este punto, las versiones de los manifestantes y la Policía se contradicen sustancialmente.
Según los comuneros cuando los camiones pasaban por el distrito de Cotaruse, en Aymaraes, cinco camionetas de la PNP les dieron el alcance. Horas antes algunos manifestantes habían quemado un bus interprovincial y una caseta de peaje y los ánimos estaban caldeados.
“Algunos paisanos, me dijeron que venía la Policía, recuerda el camionero Pablo Lazo, aparecieron las camionetas y comenzaron a disparar sin avisarnos. Escuché que uno de ellos decía “dispárale a ese perro” el transportista dice que en ese momento una bala le cayó en el brazo, a la altura del hombro, y le salió por la espalda. La trayectoria del proyectil comprometió su pulmón derecho. Lazo sigue hospitalizado.
Yovana Osorio viajaba en la cabina de este camión. La mujer recuerda que miró por el retrovisor y vio venir una de las camionetas. “Eran policías que se habían cubierto la cara con chalinas, como hacían los terrucos. Después vimos que no tenían placas de identificación”, dice la comunera.
Víctor Rojas viajaba en ese mismo camión pero en la tolva. También recibió un balazo en la espalda cuando los policías dispararon a discreción. “Uno de los patrulleros nos disparó como si fuera un asalto y me dieron en la columna vertebral. A partir de ahí, mi cintura no funcionó”, señala. Pendiente de una operación, sigue hospitalizado. Ha perdido la movilidad en las piernas.
Detrás del vehículo de Lazo iba el camión azul que manejaba Prisciliano Ortiz Huaraca. En él viajaba Denilson Huaraca. La escena que describen los testigos es similar a la anterior. “Mi hermano estaba sentado al fondo de ese camión. Una de las balas ingresó por su costilla izquierda y salió por la base del pulmón derecho, cuando recibió el impacto dijo: ‘ ya fui’. Se recostó hacia un lado y murió”, cuenta Marcelino Huaraca. Testigo de la muerte fue Damián Sivipáucar, que iba sentado a su lado y también recibió un proyectil en la pierna “A los camiones les dispararon a corta distancia y sabiendo que había gente adentro”, dice el periodista Guy Arias, El camión azul donde murió Huaraca tiene 18 orificios de bala y el camión de Lazo, 16, según reveló el portal “Epicentro” narran los comuneros que cuando dejaron de disparar, unos 15 policías rodearon los vehículos y abrieron las puertas traseras para hacerlos descender. Los efectivos son de la comisaría de Chalhuanca y de la Unidad de Servicios Especiales (USE). Todos estaban al mando del teniente PNP José Calatayud Chávez, “NoS esposaron y nos pusieron boca abajo en el suelo a pesar de la lluvia y la nevada. Uno de los efectivos nos decía: ‘ahora van a morir’. Yo les decía que tenfa un balazo y uno me respondió: quiero que mueras”, cuenta Sivipáucar. “Nos pisotearon, nos patearon, nos dieron puñetes Yo estaba que me desmayaba, pero igual me daban Uno de ellos me dijo: “perro estás muriendo ya, creo?”, señala Víctor Rojas, quien había recibido el impacto de bala en la espalda mí también me agarraron a golpes cuando me bajaron del carro, como si fuera un animal me pateaban Me aplastaban con sus botas y decían: ‘¿por qué vienen a bloquear la carretera? Luego -cuenta el camionero Lazonos preguntaban dónde teníamos los explosivos cuando nadie tenía eso” a Yovana Osorio también la agredieron. “Me pateaban me decían que era una perra. No tuvieron piedad ni con los heridos. Yo tenía golpes en las extremidades y una de las esquirlas de los balazos me había caído en el ojo. Botaron al piso toda la comida que teníamos y nos decían que no salgamos a protestar. Dónde está su padre Pedro Castillo, siquiera les ha traído agua o les ha salvado o les ha puesto un abogado?’, así decían”, narra Osorio.
Tras dos horas a la intemperie, la Policía ordenó subir a los 39 comuneros al camión de Pablo Lazo, y fueron trasladados a la Comisaría de Abancay. El cuerpo de Huaraca se quedó en el otro vehículo que tenía las llantas perforadas por los balazos horas más tarde el cadáver fue trasladado a la morgue y el camión quedó decomisado en la comisaría de Abancay Lazo asegura que los policías lo obligaron a conducir a pesar de la herida de bala.
“Dos policías se sentaron conmigo. Yo les escuchaba hablar de Denilson. Decían: un perro ha muerto, le ha caído bala en la cabeza y en el pecho”, recuerda el chofer.
Para entonces la noticia del operativo se había extendido por las comunidades y la situación estaba sin control. Según la Defensoría del Pueblo, un grupo de comuneros de Huancabambə secuestró al suboficial de la USE Rony Castillo Romero el efectivo fue liberado dos días después, casi al mismo tiempo que quedaron en libertad los 39 comuneros detenidos. En la comunidad campesina niegan haber participado en el secuestro.
Mientras estuvieron detenidos en la comisaria a los comuneros no les permitieron tener contacto con abogados ni familiares. “No dejaban entrar a la prensa ni a nuestros familiares. Antes le encerrarnos, un mayor nos dijo: ‘carajo, si hablan cualquier cosa, yo los voy a matar”, señala Sivipaucar Según la versión de este testigo, el jefe policial de Apurímac, el general PNP Luis Flores Solís, también estaba en la comisaría. “El general se presentó y sólo dijo: ‘ahora Huancabamba se jodió conmigo, que pase este problema nomás”, asegura Sivipáucar. Cinco horas después, finalmente, los heridos de bala fueron llevados a un hospital, la versión que la Policía le ha contado al Ministerio Público es radicalmente distinta, de acuerdo a documentos de la investigación el teniente José Calatayud le dijo a la fiscal Rosmary Callaymara que 24 efectivos empezaron a perseguir al convoy de camiones porque eran los responsables de los saqueos y del incendio de la caseta de peaje en Izcahuaca ‘Cuando se les alcanzó empezaron a lanzarnos, al parecer, materiales explosivos y a disparar continuamente con lo que, al parecer eran armas de fuego por el sonido característico de los disparos. El personal policía comenzó a hacer disparos, usó gases lacrimógenos y perdigones de goma. Se logró bajar el neumático de un camión azul y se procedió a la intervención de 30 personas. Más adelante se detuvo a otro camión donde había una docena de personas que fueron reducidas. Luego permanecimos una hora y media en el lugar a la espera del personal de la USE y nos trasladamos a Abancay”, narró el teniente Calatayud dijo a las autoridades que desconoce cómo había muerto Denilson Huaraca. Reconoció haber disparado dos veces su pistola Sig Sauer y que escuchó algunos disparos realizados por sus colegas Dijo también que en los camiones encontraron tres cartuchos de dinamita con mechas y prometió presentar pruebas fotográficas del operativo. Dos policías más, el superior PNP Nobel Inca Andia y el suboficial David Chipa Aquino, ambos de la USE, ratificaron la versión de Calatayud.
Los comuneros aseguran que en ningún momento se produjo un enfrentamiento con la Policía, negaron portar armas o dinamita, las pruebas de absorción atómica serán decisivas para saber si algún comunero disparó, pero después de más de un mes del operativo no hay resultados. El teniente Calatayud tampoco entregó las “pruebas ” gráficas del operativo que corroborarían su versión.
“La Policía encontró hondas de jebe y huaracas, pero en el camión donde iba mi hermano no había armas” señala Marcelino Huaraca.
“Si fuera cierta la versión del intercambio de fuego, algún efectivo o camioneta de la Policía presentaría huellas de los disparos que habrían hecho los comuneros, pero no hay nada de eso.
Lo que si arrojan las pericias es que los camiones fueron acribillados a balazos que se efectuaron a una distancia muy corta”, señala Herbert Núñez, abogado de los comuneros.
El 14 de febrero la Fiscalía Penal de Aymaraes abrirá una investigación preliminar en contra de los 39 comuneros, se les imputó cargos por disturbios y entorpecimiento del funcionamiento de servicios públicos, tres días después la Fiscalía Especializada en Derechos Humanos de Apurímac a cargo de Iván Soto Pareja, abrió una investigación preliminar al general Luis Flores Solís, jefe de la División de Orden Público de Abancay, se le imputa homicidio calificado y lesiones graves, en el expediente también están incluidos el coronel Víctor Sifuentes Yáñez, jefe
de la USE Abancay, el mayor William Pomasunco Hinostroza, el teniente José Calatayud Chávez y otros cinco efectivos. Pero la investigación está congelada El fiscal Iván Soto Pareja, entrevistado para esta nota, reconoció que no conoce los resultados de las pruebas balísticas y, a modo de excusa, argumenta que la investigación solo le concierne “a las partes interesadas”, tampoco ha recogido el testimonio de las víctimas. “Es que aún no he podido hallarlos”, dice el subordinado de Patricia Benavides.
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