EL LIBRO QUE NO DICE NADA EN TODO ES DEMASIADO DE CRISTHIAN BRICEÑO ÁNGELES

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Un lector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos colocó entre los peores libros del año Su seguro servidor (2021) de Cristhian Briceño Ángeles, que de hecho lo consiguió y lo llegó a leer porque ya está entre los saldos de Planeta, a menos de diez soles. Yo, que al inicio no compartía esa idea, me propuse leerlo de nuevo para comprobar o rechazar dicha sugerencia. Y al hacerlo el libro se me cayó de las manos. Un libro insufrible, que no dice nada ni que enseña nada.

Creo que el señor Cristhian Briceño Ángeles cree que escribir cosas absurdas sin sentido, que no tienen pies ni cabeza, sin fundamentos lógico que se ciñe a la razón de la vida real, es hacer literatura. ¡Qué pésima concepción de la literatura! Una cosa es hacer libros de terror o de fantasía o escribir libros sobre idioteces. El señor Cristhian Briceño Ángeles ha apostado por lo último, ya que tal vez su inteligencia no le ofrezca más.

Y este libro Su seguro servidor, de Cristhian Briceño Ángeles, tiene su origen en Todo es demasiado, otro libro que versa sobre cosas absurdas, sin fundamentos, sin la obediencia a la lógica del mundo real, del que hablaban los críticos de literatura como la “verdad de las mentiras”. Lo de Cristhian Briceño Ángeles es “mentiras de mentiras”, una especie de ficción sobre la falsedad, sobre lo inverosímil, sobre lo inservible.

Pero la literatura es lenguaje, es prosa, es estética. A lo máximo que alcanza el señor Cristhian Briceño Ángeles con su estilo digresivo, rimbombante, que fluye sin ton ni son, es alcanzar el nivel de un mal Alfredo Bryce Echenique, un maestro de las frases largas y bien trabajadas. En efecto, sus cuentos carecen de enfoque y se pierden en el hilo de la trama. En la temática podría parecérsele a Julio Cortázar por lo fantástico, pero, como dicen algunos, el mejor Cortázar es un mal Borges, y de eso hay algo de cierto. Y como vienen sugiriendo los críticos literarios actuales, los cuentos de Cortázar están envejeciendo pronto.

Las anécdotas que coloca por poner en los cuentos de Todo es demasiado disminuyen el ritmo narrativo, ya que el señor Cristhian Briceño Ángeles, como si sufriera una obsesión por las trabalenguas hechas en frases largas, no conoce de cómo mantener esa fuerza narradora en sus creaciones. Las historias se pierden y ya la lectura se vuelve tediosa, cansina, aburrida, y tal vez “intrincada” para los lectores que, por fe en la literatura, desean siempre terminar el libro que comienzan. Los que lo han intentado leer por completo tal vez se deba por esa obligación de buscar hallar placer en el texto, ya que para hallar placer en la lectura hay que entender un libro, saborearlo, disfrutarlo, y eso es todo lo contrario que acontece en el libro del señor Cristhian Briceño Ángeles, una entrega que nadie debió leer por placer.

“Cuando las digresiones no contribuyen al desarrollo de personajes, la trama o los temas, los lectores pueden percibirlas como innecesarias. La falta de un propósito claro puede generar frustración y desinterés”, nos afirman los entendidos en la materia. Yo creo que todo el libro de Cristhian Briceño Ángeles no tiene un propósito, lo ha escrito por escribir en sus momentos de ocio, que son todos los de toda su vida, ya que yo tengo entendido que el señor Briceño Ángeles no labora desde que egresó de la universidad y, peor aún, desde que nació.

Yo tengo entendido que el señor Cristhian Briceño Ángeles, cuando estaba en el colegio, no le gustaba la literatura. Había leído cinco o seis libritos y, tal vez, los fragmentos de los textos escolares, pero se empecinó con las artes literarias porque tenía el concepto equivocado de que con la literatura se holgazaneaba, no se trabajaba, solo podías vivir de ser un consumidor sin juicio del cine, de la televisión, y de cualquier cosa que aparezca en una pantalla. De razón se sintió feliz en la universidad y, cuando salió de ella, se tropezó con el mundo real, pero, oh fortuna, nacer en cuna de oro lo salvó de ser un perfecto inútil.

En general no me gusta hablar mal de los malos escritores, y el señor Cristhian Briceño Ángeles no creo que lo sea a carta cabal, pues tiene cierto talento desgastado por la falta de disciplina (¿quién en su sano juicio podría sentirse orgulloso de ser un buen escritor?), pero a ese autor de Planeta se le ha subido los humos a la cabeza y cree considerarse un buen lector, aunque, como todos sabemos, leer con la resaca (que es el tiempo de adormecimiento intelectual que el autor también de ese poemario mediano Breve historia de la lírica inglesa sufre la mayoría de sus ratos libres, pues es un borrachín solitario y pendenciero) no es nada recomendable para los críticos y los académicos, o, en todo caso, para las personas sensatas que leen bien.

De los once cuentos de Todo es demasiado, no hay ninguno ambicioso, pretencioso, memorable, que perdure en nuestro recuerdo lector. A lo mucho se recuerdan algunas anécdotas, pero, a la firme, son relatos que no dicen nada. Tampoco enseñan nada. De razón Todo es demasiado se vendió como saldo de Planeta al año de publicado, es decir, todo un fracaso editorial. Habría que sugerirle al editor que busque nuevas alternativas. La literatura peruana es una de las más ricas y fecundas de nuestro planeta, doy fe de ello. Si no solo miren nuestra riquísima tradición. ¿Por qué seguir creyendo en alguien que no hizo nada durante casi toda su vida y que al final escribió una mala o medianísima literatura? Eso es ser un mediocre. Y nunca se debe aplaudir la mediocridad, aunque en estos tiempos…

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Francois Villanueva Paravicino

Escritor. Estudió Literatura y la maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). Autor de Cuentos del Vraem (2017), El cautivo de blanco (2018), Los bajos mundos (2018), Cementerio prohibido (2019), Sacrificios bajo la luna (2022), Los placeres del silencio (2023). Mención de honor del Premio Nacional de Relato Corto (2023) “Feria de Libro de Amazonas”. Mención especial del Primer Concurso de Poesía (2022) y de Relato (2021) “Las cenizas de Welles” de España. Ganador del Concurso de Relato y Poesía Para Autopublicar (2020) de Colombia. Ganador del I Concurso de Cuento del Grupo Editorial Caja Negra (2019). Finalista del I Concurso Iberoamericano de Relatos BBVA-Casa de América “Los jóvenes cuentan” (2007) de España.

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