Carlos Iván Landa Kerschbaumer
Si bien el congreso no es “perita en dulce” junto al Ministerio Público y el Poder Judicial ejercen control político contra el ejecutivo porque así lo ordena la ley, empero existe la complicidad de algunos, que tentados, para generarse recursos, se alían con el gobierno y traicionan al pueblo, lo espantoso es que algunos actúan como en un coliseo romano abonando a que se desangre el país.
La vieja versión de que desde el poder se compra todo, acuñada por el fujimorismo de los años 90 donde los más sinvergüenzas juraban “Por Dios y por la Plata” y donde no se tenían ningún remordimiento por copar todos los poderes del Estado a su favor y donde se ofrecía dinero para ausentarse a algunos congresistas o pasarse al oficialismo, se parece mucho a los que ocurre hoy.
El fujimorismo de los 90 identificado como una opción de derecha popular, asumió con el paso del tiempo, una actitud de dictadura radical, con el secuestro de los poderes públicos asumidos por el gobierno para controlar al país y caminar en una sola dirección, con jueces a la medida, comandos criminales, soborno a medios de comunicación, en la actualidad es práctica de Maduro y Ortega.
En el Perú de hoy se actúa solapadamente, se mete presión para acallar los crímenes de Estado que operan a través de licitaciones “truchas”, captación de recursos a través de “pitufeos” o mafias enquistadas desde el poder, recursos desplegados para favorecer a paisanos, amigos y obtención de cargos y dineros mal habidos, como pagos de favores y saqueos en gestión pública.
La actual concepción política de Latinoamérica hace que aparezcan más Cerrones, Bellidos, Bermejos, Castillos, que no han realizado un deslinde claro con el extremismo político, desde la época de Fidel Castro, Lennin, Abimael, Mao Tse-Tung, padres de los Maduros, Vladimires, Ortegas, Fernández, Petro, Boric, Lula, que hoy emergen como dueños del mundo desde el poder.
Pro-rusos- soviéticos, moscovitas, bolcheviques, mencheviques, troskistas- pro-cubanos- pro-chinos , son algunas denominaciones del pasado y que hoy se encapsulan en una nueva izquierda con los también llamados progresistas, como los caviares, quienes rechazan ser identificarlos con la hoz y el martillo, diciendo que no son radicales ni agitan esas banderas, pero sí por el socialismo.
Aunque no voté por Pedro Castillo Terrones –cómo iba a hacerlo si jamás estuve de acuerdo ni con Juan Velasco Alvarado, ni con Ollanta Humala Tasso, mucho menos lo estoy con las bravuconadas de su hermano Antauro, y tampoco con la izquierda democrática del primer gobierno de Alan García- deploro que los electores del cajamarquino tengan hoy que lamentar su aciaga decisión.
El peruano de a pie, seguirá buscando una buena alternativa para ser gobierno, de aquí para adelante, con el aprendizaje que deja la polarización y que no cambia las cosas, por el contrario las agudiza, estamos en un momento de caminos opuestos para hacer política, empero los desatinos hacen que los enfrentamientos recrudezca la división de clases sociales y se vuelva a los 70 y 80.