Hacer política en estos tiempos, es volver al servicio del pueblo
En tiempos de desencanto y ruido, hacer política no debe ser sinónimo de poder, sino de servicio. No es el arte de imponer, sino el arte de escuchar, comprender y transformar. Hoy más que nunca, la política necesita volver a sus raíces: ser el puente entre las esperanzas del pueblo y la acción concreta que las hace realidad.
Hacer política es caminar con los pies en la tierra y el corazón en la comunidad. Es mirar a los ojos del vecino, del joven sin oportunidades, de la madre que lucha, del abuelo que espera. Es sentir el dolor ajeno como propio, y convertirlo en causa común.
La verdadera política no se ejerce desde el privilegio, sino desde la vocación de entrega. Como decía el papa Francisco, “la política es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común”. Y ese bien común no es abstracto: es agua limpia, educación digna, cultura viva, justicia que no excluye.
En estos tiempos de post pandemia, de crisis climática y de fragmentación social, la política debe sanar, unir, rehabilitar la confianza. Debe dejar de ser espectáculo y volver a ser compromiso. Porque cuando la política se desconecta de la vida real, crece la antipolítica, y con ella el riesgo de que el pueblo pierda la fe en su propia voz.
Por eso, hacer política hoy es resistir al olvido, reivindicar la dignidad, y servir sin descanso. Es sembrar esperanza en cada barrio olvidado, en cada escuela sin recursos, en cada comunidad que aún cree que otra provincia, otra región y otro Perú es posible.
El cambio está en mí y en ti.
¡Seamos parte del cambio!
Atentamente,
Robert Nunez Fernandez




