En un verdadero drama se ha convertido la pandemia del coronavirus en el Perú y en el mundo, el crecimiento de la enfermedad ha generado controversias, respecto a qué estamos haciendo mal los peruanos para que las cifras de contagios y muertos crezcan sin contenerse la covid-19, lo cierto es que los científicos; infectólogos , salubristas, epidemiólogos, siguen estudiando al virus.
Mientras esto ocurre, el gobierno nacional se muestra impotente e incapaz, de saber que por más esfuerzos que realicen los especialistas del sector, no se encuentra la estrategia más adecuada para detener la pandemia en su avance vertiginoso, en ese camino, se han cambiado ministros de salud uno tras otro, porque no cumplían las expectativas, o sus estrategias eran desafortunadas.
Muchos han comparado la presencia del coronavirus con una guerra, a la que hay que enfrentar sin conocer al enemigo, como ocurrió en la lucha contra la subversión, con feroces criminales que no daban la cara y acometían en la oscuridad asesinando a mansalva a inocentes ganaderos y policías, algo así ocurre con el virus, ataca las defensas del ser humano, como en una emboscada.
El mundo se pregunta, ¿por qué un país como el Perú, lidera el avance de la enfermedad y produce muertos como China, Italia o España?, en tanto, analistas y estadisticos, realizan conteos sobre la base de un millón de personas, , para llegar a cifras escalofriantes, que ponen los pelos de punta a más de un conocedor, hoy los ojos del mundo están en el Perú, por efectos de la covid-19.
Como consecuencia se publican cifras aterradoras de contagiados; muertos, hospitalizados y pacientes bajo respiración artificial en las camas UCI de las pocas que existen en el Perú, la realidad es que la intervención del Estado en los lugares donde existen casos críticos es complicada, porque la producción de oxígeno es lenta, se distribuye muy tardíamente; una pena.
En medio de ello, el gobierno vive una encrucijada, qué priorizar primero; la economía deficitaria, que va en caída libre, o el hambre de la gente que sigue muriendo, en esa gran interrogante se apuesta por mirar los dos frentes, habida cuenta que ambas situaciones no pueden realizarse por cuerdas separadas, el raciocinio es; si no existe dinero, tampoco existe comida para las familias.
En ese contexto, las autoridades tienen que hacerla de equilibristas caminando en una cuerda como si estuvieran en un circo, para que ambas situaciones se compenetren y puedan sostenerse para evitar el colapso social, que genera la adversidad, y el avance incontenible de la enfermedad, por ende se ejecutan medidas sanitarias para que la gente sea razonable y considere protegerse.
Mientras se anuncian medidas radicales de contención del virus, la población sigue aterrada por el estado crítico de sus familiares y la desesperada situación que enfrentan a consecuencia de la pandemia, el escenario es difícil, porque el coronavirus tiene hoy presencia comunitaria, pues se transmite de persona a persona, lo que exige cumplimiento de las medidas sanitarias exhortadas.